La XI Copa del Rey Panerai, organizada por el Club Marítimo de Mahón y el Real Club Náutico de Barcelona, cerró su edición 2014 de manera brillante, con una regata final en la que el Gregal (NE) no sopló nunca por debajo de los 12 nudos. La llegada de la flota al interior del puerto de la capital menorquina, está vez con viento del través, puso el broche de oro a un competición en la que han participado 46 unidades de ocho países y que ha servido para corroborar la importancia de una cita que los armadores de embarcaciones clásicas y de época consideran “ineludible”. “La Copa del Rey es una de nuestras regatas favoritas”, admitía Jonathan Greenwood, patrón del Chinook, ganador en la clase Época Cangreja y líder del Trofeo Panerai Classic Yachts Challenge en su versión mediterránea.
“Debemos estar muy orgullosos, porque hemos vuelto a organizar una gran regata, con barcos muy importantes; hacía ya algunos años que el tiempo no nos dejaba completar el programa, por lo que tenemos motivos para estar satisfechos”, aseguró Manuel Nadal, director técnico de la Copa del Rey Panerai, en cuya opinión “el comité ha hecho un trabajo excelente, tomando decisiones acertadas en momentos delicados, lo que ha permitido disputar tres pruebas, una por día”.
Mariquinta, campeón en Big Boats
En la clase Big Boats, para barcos de más de 25 metros de eslora, el Mariquita (1911) se proclamó campeón a pesar de que su gran rival, el monegasco Moonbeam IV (1914), se adjudicó con autoridad (13 minutos de ventaja en compensado) la última regata. Mikael Creach, patrón del barco que perteneció al príncipe Rainiero de Mónaco, advirtió esta mañana que hoy ganaría la última prueba para terminar la Copa “con la cabeza alta” después de que el jurado le descalificará por una maniobra ilegal en la presalida de la segunda jornada. Creach no aceptó la decisión, “porque así es el deporte”, pero reivindicó el “rendimiento espectacular” de su tripulación, formada en su gran mayoría por regatistas amateurs.
El Mariquita, patroneado por el británico George Newman, es un imponente velero de la Fórmula 19 Metros Internacional (aunque su eslora real es de 33 metros) diseñado por William Fife y botado en 1911. Ganó la Copa del Rey Panerai en 2006 y fue segundo el año pasado, en que fue superado por la goleta Mariette (1915), que este año no ha competido.
George Newman (armador del Mariquita). “Ha sido una gran regata. Ha habido un poco más de viento del que nos hubiera gustado pero al final hemos tenido una prueba muy bonita junto al Moonbeam IV. Los chicos han hecho un buen trabajo, ha sido una regata fantástica para nosotros. La Copa del Rey Panerai es genial, y los desayunos son los mejores de todo el circuito (risas). Lo que sí que es realmente fantástico es la llegada en puerto, espectacular e inigualable. Mahón suele tener una reputación de mucho viento pero las condiciones de este año nos han acompañado y hemos podido ganar.
Chinook vencedor en Época Cangreja
El londinense Chinook (1916), de Graham Walker fue, sin duda, el mejor barco de la Copa del Rey Panerai. Sus tres primeros puestos, tanto en real como en compensado, dejan bien claro que la embarcación diseñada por N.E. Herreshoff, de 18 metros de eslora, no encuentra rival en el circuito. Marigan (1898), que tiene el honor de ser el barco más antiguo de la flota, ganador del Circuito Mare Nostrum 2013 y cuya tripulación está formada por familiares del armador y jóvenes valores de la vela ligera (la media de edad es de 17 años), navegó siempre en la popa del Chinook y tuvo que conformarse con la segunda plaza. El Kelpie of Falmouth (1928), en el que navega parte del equipo del Big Boat Mariette, subió finalmente al podio merced a la retirada del Ilex (1899), de Germán Ruiz, por una avería en la botavara.
Jonathan Greenwood (armador Chinook). “Todas las victorias son inesperadas. Nunca sabes qué va pasar. Cuando llegamos a Mahón y vimos la flota con la que nos íbamos a enfrentar supimos que sería una regata dura. Llegamos aquí con la intención de trabajar duro, nos gusta perseguir la excelencia en la navegación, y al final hemos podido recoger los frutos del esfuerzo realizado. Me siento cansado, hemos tenido tres días excelentes de regata y nos lo hemos pasado muy bien. Hemos conseguido navegar con soltura con las diferentes condiciones meteorológicas con las que nos hemos encontrado, por lo tanto estamos muy satisfechos con el trabajo realizado”.
Época Marconi para el Sirius
En Época Marconi, el Sirius venció en la última regata y se adjudicó la Copa del Rey Panerai con más holgura de la que cabía esperar tras la segunda jornada, en que un solo punto separaba este Sparkman and Stephens de 1937, armado por el italiano Paolo Zannoni, del Skylark (1937), segundo, y el Enterprise (1939), que terminó en cuarta posición. El Sonata (1937), el barco diseñado por John G. Alden que el armador catalán Jordi Cabau rescató de un jardín en Palma de Mallorca para devolverlo a su estado original, cerró la competición con un cuarto puesto que le catapultó hasta el podio.
Andrea Zaoli (patrón Sirius:)
“La regata ha sido perfecta. Siempre hemos ido por delante de nuestros contrincantes, a pesar de que las condiciones de viento les eran más favorables porque son barcos más grandes. El año pasado quedamos sextos en nuestra categoría. Estrenábamos tripulación y apenas conocíamos el barco. Estamos muy contentos con esta victoria. Se ha notado el rodaje del equipo. El balance de estos tres días ha sido muy positivo, sobre todo, por esta última jornada que ha sido la mejor“.
Namib ganador en clásicos
La cara de los tripulantes del italiano Bufeo Blanco (1963) era hoy un poema. La descalificación de la primera jornada, en la que compitió con un rating sin actualizar, le impidió adjudicarse una victoria segura en la XI Copa del Rey Panerai. Venció en la manga del sábado y fue segundo en la de hoy, pero terminó quinto por culpa del DNE (14 puntos) que le impuso el jurado. El Namib (1967), armado por su compatriota Pietro Bianchi, supo aprovechar esta circunstancia para proclamarse campeón de su primera Copa, seguido del Yanira (1954), patroneado por Andres de León y que compite por el Real Club Náutico de Barcelona, y del Emeraude (1975), el German Frers de Vittorio Cavazzana. El Alba (1956), de Damián Ribas, ganador de la edición del año pasado, sólo pudo ser cuarto, aunque terminó ganando la tercera regata en la categoría de Clásicos.
Davide Mesana (patrón del Namib)
“Estoy muy feliz, muy contento. Esta era la primera vez que veníamos a Mahón y volveremos a casa con una gran victoria. Dedico el triunfo a la tripulación. El trabajo del táctico Mauro Pelaschier, un gran profesional, ha sido decisivo para el éxito final. El nivel de la competición ha sido altísimo y la organización merece un sobresaliente. ¿La clave de la victoria? Tener a bordo, siempre, el vino justo, bien sea blanco o tinto. Mahón es la ciudad más bonita que conozco. Me voy impresionado de este puerto”.
Espíritu De Tradición para Calima
La historia vivida estos días en la clase Espíritu de tradición se ha escrito ya siete veces en la Copa del Rey Panerai. El Calima (1970), de Javier Pujol, que navega con grímpola del Club Marítimo de Mahón sumó un nuevo triunfo, el que hace ocho, y constató su condición de barco casi invencible. Entre sus gestas en la presente edición, la victoria en tiempo real de la primera jornada, en la que casi la mitad de la flota no fue capaz de cruzar la línea de llegada dentro del tiempo límite. Lohegrin (1974), de Francisco Baquelaine, no tuvo ocasión de inquietar al campeón, aunque también pasará de alguna manera a la historia de la regatas de clásicos por haber sido el primer Puma 34, un modelo muy popular en España durante las décadas de los 70 y 80, en formar parte del circuito de barcos clásicos.
Javier Pujol (armador del Calima)
“Tenemos un barco muy rápido y una gran tripulación. Una de las claves del triunfo final ha sido que, en todas las pruebas, hicimos unas buenas salidas. Además, apenas cometimos errores y los que cometimos no tuvieron transcendencia. Siempre fuimos a nuestro aire y la cosa salió perfecta. Algunos de nosotros llevamos navegando juntos unos cuarenta y cinco años y eso se nota. Me gustaría destacar al joven proa, Agustí Lladó, hijo del mítico Emilio Lladó, que ha estado magnífico. Otra de las claves de nuestra buena trayectoria es que, en cada encalmada, cantamos el Virolai, y la Virgen de Montserrat nos empuje”