De hecho Barcelona, su nombre, quiere decir barco. O barca. Según una de las muchas leyendas -que tanto gustan a los románticos historicistas-, fue el lugar de arribada y fondeo que encontraron los tripulantes de la Barca Nona, o la novena barca, que buscó el héroe griego Heracles (Hércules), involucrado en los trabajos que le obligó a ejecutar el argonauta Eristeo por la costa de Iberia. La misión del héroe era rescatar la dotación perdida por un temporal en el golfo de León. Hércules, a su servicio en uno de sus periplos o trabajos mediterráneos, encontró varada esta nave frente a lo que hoy sería una engolfada de agua, entre la montaña de Montjuic y el Mont Taber, el actual barrio gótico de la Ciudad Condal.
La barca perdida de esta flotilla de navegantes que buscaban al gigante Gerión para entrar en batalla contra él, la halló en aquel magnífico puerto natural, hoy anegado por la tierra, -lo que hoy es la Avenida del Paralelo-. Es de suponer que estos argonautas, mientras esperaban a su rescatador, debieron de disfrutar de aquel magnífico fondeadero y algunos decidieron quedarse en este enclave y formar un refugio humano.
Esta es la versión romana sobre el principio del asentamiento en la vieja Barcino. Pero también hay otra versión de leyenda, ésta de origen cartaginés, que nos dice que Barcelona fue fundada en el año 230 a.C. por el padre de Anibal, Amílcar Barca, que eligió este fondeadero como lugar estratégico para sus naves al norte del Ebro y nombró a esta ensenada con el nombre de Barkenon, Barcelino o Barci Nova.
Como vemos, ambas historias manifiestan que Barcelona es producto de la navegación. Y esta historia, ‘si no es vera, es ben trobata’, como dicen los italianos. Lo cierto es que la relación de Barcelona con el mar es permanente.
Todo esto viene a cuento porque estos días Barcelona celebra el XXV aniversario de sus Juegos Olímpicos. Muchos recordarán el sketch que la ‘Fura dels Baus’ representó en la ceremonia inaugural de aquella Olimpiada, retomando la leyenda de la Barca Nona.
Enmarcado en estos festejos ciudadanos, la FNOB (Fundación Navegación Oceánica Barcelona) ha traído un evento de singular atracción de la mano de OC Sports, y ésta ha propiciado llevar su espectáculo de la Extreme Sailing hasta aguas barcelonesas.
Que uno de los actos de la Extreme Sailing se comprometa con Barcelona es una muestra del vigor, del respeto y las ganas de ciertos organizadores de poner a sus celebrities náuticos (como Roman Hagara, Hans Peter Steinacher, Phil Robertson, Owen Bowerman, Arnaud Psarofaghis, Nicolas Charbonnier, Rob Bunce, Owen Bowermanm, Chris Steele, Sébastien Rogues, Gurvan Bontemps o los nuestros liderados por Jordi Xammar y con Joan Cardona, Luis Bugallo, Kevin Cabrera, Florian Trittel) en un escenario tan privilegiado.
Méritos no le faltan a Barcelona. Estéticos, logísticos, culturales, de belleza urbana. Un mar espectacular, idóneo campo de regatas, de sobras demostrado. Una evidencia de que Barcelona tiene atracción y poder, como canta el estribillo que dio la vuelta al mundo, que interpretara Peret con su famosa rumba, ‘Hechicera Gitana’, -puesta en órbita precisamente en los Juegos del 92-.
El poder de Barcelona en la cuestión náutica lo demuestra renovadamente. A pesar de los malos augurios, de las envidias ajenas, de las trabas, tanto internas como externas, Barcelona mantiene su poderío en el mundo de la vela. Los hombres de OC Sports así lo han visto. Lo han puesto de manifiesto y han querido dar en bandeja de plata este acontecimiento, la cuarta Serie de un espectáculo náutico único, la Extreme Sailing. En ello, el evento también gana, ya que se disputa de nuevo en un escenario del olímpismo, como ya lo ha hecho en otras ocasiones en ciudades como Sydney, Quingdao y Rio de Janeiro.
Dice Andy Tourell, director del evento de las Extreme Sailing Series, que “estamos encantados de volver a España y de llevar las Series a Barcelona por primera vez. Esta ciudad mediterránea cumple con muchos de los requisitos que buscamos en las sedes que acogen la competición: excelentes condiciones de navegación, interés comercial y la cercanía de la competición a la costa. Es la adición perfecta al resto de sedes europeas que visitaremos este verano y no me queda duda de que el espectáculo por el que las Series es conocida mundialmente se repetirá en Barcelona en los próximos cuatro años”.
Hace seis años las Series de la Extreme Sailing ya visitaron España. Almería fue pionera en concentrar a la flota más radical en aguas españolas, disputando estas regatas en sus catamaranes. Fue en octubre del 2011. Hoy Tourell, como un nuevo Eristeo, ha decidido buscar en Barcelona la ‘novena barca’ que tenía perdida en el Mediterráneo occidental, y ha pedido a Hércules dónde poder encontrar la Barca Nona.
La han redescubierto frente la costa de Barcelona. En el Hotel Vela, delante del antiguo fondeadero donde el héroe helénico retrobó ahora hace 3.000 años a los argonautas perdidos, que se separaron de su escuadra en una travesía desde la antigua Marsella por un temporal de tramontana en la costa catalana.
Barcelona tiene poder. Poder y reconocimiento internacional. En el mar está la esencia de esta ciudad, como ya lo hizo al abrir el siglo XXI con una regata que marcó un nuevo rumbo a la náutica y a la propia ciudad, la emblemática The Race y lo intenta con esfuerzo con su Barcelona World Race.
Angel Joaniquet