El verano de 2016 será recordado por el temor al terrorismo islámico en las zonas turísticas europeas, la prohibición del burquini, y por ver cómo España se refuerza como una de las primeras opciones elegidas por los ciudadanos europeos para pasar las vacaciones.
Después del ataque de Niza en julio, en el que un residente francés con un camión de 19 toneladas arrolló a una multitud, asesinando a 83 personas e hiriendo a otras 303, la Costa Azul, tradicional zona reservada a un turismo náutico de gran capacidad económica se ha visto afectada.
Las noticias que llegan del Cannes Yachting Festival son reveladoras en el sentido de que este año, en la Riviera Francesa, ha habido menos actividad náutica.
La gendarmería y el ejército francés han estado haciendo controles policiales continuados a los visitantes, así como exhaustivos registros de bolsas y/o maletas con tamaños lo suficientemente grandes como para contener un artefacto explosivo.
La fuerte presencia policial tranquiliza. Si no ocultas nada, no tiene importancia mostrar una bolsa a la policía y, al mismo tiempo, sirve para generar autoconfianza, puesto que si miran tu bolsa procederán del mismo modo con aquéllos que hayan pasado antes por allí. Pero esto no ha evitado que los flujos turísticos hayan cambiado sus patrones de comportamiento este año.
El sector portuario francés, tradicional acaparador de un turismo náutico de alto poder adquisitivo, ve con preocupación cómo una gran parte de su flota está en venta.
Por su parte, España es uno de los países donde parece que el turismo internacional ha depositado su confianza, por el momento. Los altos niveles de ocupación de las redes hoteleras en Canarias o la Costa del Sol, o la presión de visitantes en Barcelona, certifican el desplazamiento del turismo.
El sector náutico se ha visto favorecido por esta situación, especialmente en lo que afecta a la náutica en el Mediterráneo y a las Islas Baleares.
Este 2016, con un gobierno español en funciones, y unos gobiernos autonómicos aterrizando de las elecciones de 2015 -salvo en las Comunidades Autónomas históricas- en el que incluso nos quedamos sin Ministra de Fomento, resulta que las grandes embarcaciones aparecen por nuestro litoral. Hemos de aprovechar el tirón.
Durante el periodo estival nos han llegado varias consultas sobre cuáles eran las zonas en las que las embarcaciones mayores de 50 metros podían fondear, y sus condiciones.
Tal es la presión que en Formentera la empresa Marina de Formentera, que gestiona la dársena deportiva de Poniente del puerto de la Savina, ha decidido no admitir las embarcaciones sobre las que tenga información fehaciente de que no han respetado las normas de fondeo y hayan tirado su ancla en posidonia.
A estas alturas recodar la labor de la policía de fronteras, y la importancia de mantener una colaboración activa con la información que los operadores portuarios pueden recibir de las embarcaciones en tránsito.
Jaume Prats
BA advocats.