El Mediterráneo es el área en la que se concentra más del 70% del turismo náutico mundial, lo que supone unos fuertes ingresos para los países costeros. Este turismo se ve obstaculizado por normativas nacionales muy diferentes unas de otras en materia de registro de embarcaciones de recreo, licencias de navegación y medidas de seguridad, … La náutica en España no debe entenderse sin el entorno europeo.
A estas alturas, además, todos sabemos que la náutica de recreo es más que una afición estival: contribuye a desarrollar y comunicar valores deportivos, culturales, medioambientales y sociales. Con la náutica se aprende a respetar la naturaleza, a valorar el trabajo en común y el sentido de la responsabilidad.
Pero en Europa, mientras se armonizan las exigencias de seguridad y medioambientales para la construcción de las embarcaciones de recreo, el marco normativo de la navegación de recreo de las mismas embarcaciones varía de un país a otro en lo que respecta a las condiciones de utilización (licencias náuticas, matriculación, reglamentos y equipos de seguridad, fiscalidad, etc.).
Estas diferencias nacionales fragmentan el mercado único europeo, creando confusión entre los operadores económicos y los usuarios, así como cierta forma de competencia desleal.
Desde España hasta Grecia, pasando por Francia, Italia, Eslovenia y Croacia, la náutica se regula de forma diferente. Tales diferencias de trato no existen para otros medios de transporte como el automóvil, el tren o el avión
Fácil sería armonizar la fiscalidad en materia de turismo náutico en el mercado único. Pero parece misión imposible. Algunos Estados miembros equiparan el IVA que aplican a las tarifas portuarias y los alquileres de barcos al IVA reducido vigente en la industria hotelera, mientras que otros aplican los tipos normales con una evidente desventaja para los operadores nacionales.
Del mismo modo, no se propone una formación homogénea y continua que permita reconocer las cualificaciones profesionales adquiridas, impulsando la movilidad laboral.
La náutica en Europa no encuentra soluciones comunes, y debemos considerar de particular interés para el sector comenzar a asistir a la aplicación del principio de no discriminación directa, ni indirecta, que regula el mercado interior en materia de circulación de bienes, servicios y personas
El mercado único europeo no ha llegado a la náutica.
Jaume Prats
Ba advocats