El sueño se hizo realidad tras 16 días de travesía. La tripulación del Apperò, divisaba la costa caribeña temprano, a las ocho de la mañana, después de cruzar el Atlántico en un velero de 19 metros de eslora. El barco cubrió una distancia de 3.205 millas náuticas y superó muchas dificultades en medio del océano, pero el sueño estaba cumplido.
La aventura empezó el 5 de enero de 2014 en Lanzarote y finalizó felizmente el día 21 en Martinica. Previamente, el Apperò había navegado entre Arenys de Mar (Barcelona) y la isla canaria, de donde partió con la tripulación al completo (Michel Saillant, el armador; Xiqui Mas, responsable del proyecto y director general de Varador 2000; Òscar Bachero, Manel Isnard y Francesc Girven) en dirección a Martinica sin realizar ninguna escala. En total, 16 días, 5 horas y 15 minutos de navegación a una velocidad media de 7,4 nudos y una máxima de 16,5 nudos.
“Ha sido una experiencia muy gratificante“, explica Xiqui Mas, que con su equipo de profesionales de Varador 2000 invirtió muchas horas previas a la travesía para que el barco respondiera a la perfección –como así fue– a los embates de una navegación dura y exigente. “En momentos puntuales hemos tenido que superar rachas de viento de más de 50 nudos que nos han ocasionado algunos problemas en el barco, pero en general ha sido una navegación bastante plácida y noble, con vientos constantes de más de 35 nudos seguidos de calmas y con solo cuatro días de vientos alisios“, explica Mas, que anima a los amantes del mar a cruzar el Atlántico: “Es una experiencia única, de las que se recuerdan toda la vida. Con un buen barco y una tripulación mínimamente experimentada la travesía del océano se realiza sin excesivos problemas”.
De la misma opinión es Manel Isnard, otro miembro de la tripulación que no dudaría en repetir la experiencia en el futuro, “aunque de momento lo que realmente necesito es desconectarme del mar y recuperarme del desgaste físico sufrido” afirma. Para Isnard hacer la travesía del Atlántico ha sido un reto muy interesante: “es como si hubiésemos hecho 150 regatas de fin de semana seguidas, sin descansar. Eso es navegar, navegar de verdad“. De los 16 días que duró la travesía, Isnard también destaca el desgaste sufrido por la embarcación a causa de las fuertes rachas de viento, “que nos causaron problemas en la mayor, la genaker y otros componentes del barco y puso a prueba a toda la tripulación”.