El científico alemán J.Karstensen del Centro Helmholtz de Investigación Oceánica en Kiel, Alemania, junto con otros investigadores canadienses, publicaba recientemente en la revista Biogeosciences un estudio sobre ciertas áreas empobrecidas de oxígeno en el océano Atlántico. Se están creando a poca profundidad, donde están los remolinos ciclónicos o los remolinos anticiclónicos (en zonas de alta presión), señala su estudio, y se mueven hacia el oeste a una velocidad de 4 o 5 kilómetros al día. La mayoría de los animales marinos son incapaces de sobrevivir en estas zonas, habitables solo para ciertos microorganismos; por lo tanto, la presencia de este tipo de remolinos en una región podría provocar una muerte en masa de los peces que respiran el ‘agua muerta’.
Los científicos explican que este tipo de condiciones se crea debido a la rápida circulación del agua dentro de los remolinos, lo que dificulta el intercambio de oxígeno. Por otro lado, la rotación forma en la parte superior de los remolinos una capa de varias decenas de metros de espesor que favorece al crecimiento de plantas que al descomponerse consumen el oxígeno.
En estos remolinos las tasas de respiración neta son 3 a 5 veces mayor que en las aguas circundantes, y en su interior el oxígeno es muy bajo, sobre todo en el centro, en un rango de profundidad donde la velocidad llega a su máximo.
Los núcleos de los remolinos se quedan aislados del exterior por la fuerte velocidad de las aguas que demarca su borde, y que dificulta cualquier proceso e intercambio.
“La alta respiración de los remolinos, junto con el intercambio lento en sus límites, crean en su interior esta “zona muerta”, ya conocida en las zonas costeras y lagos”, destaca el equipo de Karstensen. “Estamos observando un impacto directo en el ecosistema marino por parte de estas zonas muertas que se desplazan en las zonas abiertas de los océanos abiertos”.
Esto además hace que la migración diurna a nivel vertical del zooplancton se suprima en su interior, con efectos que aún deben cuantificarse.
Los científicos advierten que, si bien en algunas áreas del mar abierto los organismos vivos pueden escapar a estas zonas, hay elementos vivos, como los procariontes, que posiblemente tengan que adaptarse para sobrevivir.
“En ese sentido los remolinos de zonas muertas pueden ser vistos como gigantescos laboratorios naturales donde se crea un ambiente extremo en un período relativamente corto de tiempo (unos pocos meses). Estas características pueden abrir nuevos caminos en la investigación en cuanto a las técnicas de adaptación de los organismos para sobrevivir bajo dichos ambientes”, concluye Karstensen.