Con fecha 12/3 llegamos a Rotterdam en lastre (sin carga), para proceder a tomar un cargamento completo de fosfatos con destino a Sevilla. Amarramos a unos pequeños pantalanes llamados “Duques de Alba”. Suelen situarse en amplias zonas de un puerto, abrigadas o no, permitiendo realizar operaciones de carga/descarga de gráneles o líquidos. En nuestro caso la carga se realizó mediante una potente grúa flotante que movía una gran cuchara, transbordando el granel de una barcaza a nuestras bodegas. El encargado de la carga nos pidió que confirmáramos el tonelaje que podíamos recibir, lo que nos obligó a consultar los planos del astillero en los cuales viene toda esta información.
Tras descontar las toneladas que llevábamos a bordo de agua dulce y combustible pedimos cargar aproximadamente unas 750 toneladas. La carga se desarrolló a buen ritmo debido a que, al ser una grúa de grandes dimensiones, cada movimiento de cuchara suponía el embarque de muchas toneladas; ya al anochecer se había completado. Con maniobra rápida, mediante remolcadores, fueron retirados de nuestro costado la barcaza y la grúa.
El susto vino a continuación cuando al proceder a comprobar cómo habían quedado nuestros “calados” (numeración que permiten conocer la altura de casco sumergido), comprobamos que el disco de máxima carga (disco Plimsol) ¡había desaparecido bajo la línea de flotación!
Las toneladas recibidas en nuestras bodegas sobrepasaban de largo las que podíamos transportar con garantías de seguridad, y sin riesgo de hundirnos. Hay que reconocer que recibir un exceso de toneladas es responsabilidad del barco, y en particular del primer oficial, el cual suele ser el responsable de la carga.
Desde el barco debía haberse hecho un seguimiento de los calados y al comprobar que se llegaba al límite que fija la reserva de flotabilidad con la que debemos hacernos a la mar, parar la carga. Pero no fue así. Exceso de confianza en los planos y ¡¡la falta de 1er. Oficial!!!… nos llevó a dicha grave situación. Asimismo la celeridad con la que se alejaron los medios que habían realizado la carga y que hubieran permitido rebajar el tonelaje, agravaron la situación.
El Capitán decidió hacerse a la mar con la sobrecarga, asumiendo un grave riesgo, pero quedaba aún un punto a resolver que nos impedía la salida, el Práctico. Este profesional, aparte de asistir al Capitán en las salidas y entradas de puerto, comprueba que el barco que va a hacerse a la mar lo hace sin sobrecarga. Desde el bote con el que se propone subir a bordo, mediante su linterna (había anochecido), en un instante podría realizar esta elemental comprobación.
Con gran dosis de inconsciencia por nuestra parte decidimos que cuando el Práctico se aproximara para subir a bordo, montaríamos un “número” sobre cubierta con el que trataríamos de distraer su atención para que no realizara la maniobra de verificación de calados, y funcionó….
Singladuras Singulares por el Mar del Norte, capítulo 1
Singladuras Singulares, capítulo 2, El barco Eco Mercedes
Singladuras Singulares, capítulo 3. Informe del Estado de la Máquina