Desde que en 1866, el SS Great Eastern completara con éxito el primer tendido de cables eléctricos submarinos entre Irlanda y Canadá, han pasado casi 150 años en los que la sociedad de la comunicación se ha ido transformando en la sociedad de la globalización. La llegada de la telefonía y la fibra óptica han favorecido esta transición a través, por supuesto, de la gran herramienta de comunicación de nuestro tiempo, Internet.
Pues bien, el 99% de estas comunicaciones “viajan” por el fondo submarino a través de una red de 900.000 km que recorren el planeta bajo el océano uniendo los lugares más recónditos. Sin embargo, Internet queda “fuera de cobertura” del fondo del mar. Allí no podemos consultar nuestro perfil de Facebook ni mandar un e-mail…..pero ¿quién necesita eso? Pues no lo sabemos, pero hay quien es fiel a la máxima de: inventa la solución y crearás la necesidad…
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Mapa de cables de Internet bajo el mar
Investigadores de la Universidad de Buffalo, Nueva York, EE.UU, trabajan en la posibilidad de llevar la red al fondo de los océanos. “Una red inalámbrica bajo el mar nos permitiría recoger y analizar una capacidad sin precedentes de datos de nuestros océanos en tiempo real”, explica Tomasso Melodia, profesor de ingeniería eléctrica y jefe del equipo que está desarrollando el proyecto. “Poner esta información a disposición de cualquier persona, con un smartphone o un ordenador, sobre todo cuando se produce un tsunami u otro tipo de desastre, podría ayudar a salvar vidas“.
También serviría para la monitorización y mejor gestión de accidentes medioambientales, como los vertidos tóxicos, o los cambios en los océanos producto del cambio climático. Incluso el seguimiento de especies protegidas y el control de la pesca se podría optimizar gracias a la comunicación directa con las redes submarinas. Los usos militares y la búsqueda de nuevos depósitos submarinos de materias como el petróleo o el gas tampoco tardarían en aparecer.
Información en ondas acústicas
Las redes inalámbricas que distribuyen la señal de internet en tierra están basadas en el envío y recepción de ondas de radio que se transmiten por el aire a través de antenas y satélites, pero que no consigue efectividad por el agua. De hecho, los sensores oceánicos funcionan con ondas acústicas que viajan formando redes submarinas denominadas UWASN.
De este modo se transmiten por ejemplo las alertas de maremotos o tsunamis: los sensores en el fondo del océano envían ondas sonoras a las boyas que se encuentran en la superficie. Éstas transforman los datos recibidos en señales de radio que envían a un satélite, que después las redirigen hacia los ordenadores de las bases en tierra. No obstante en ocasiones surgen problemas por incompatibilidad entre unos sistemas y otros. Esto dificulta que unos sensores envíen señales a otros, por ejemplo, o que los usuarios que desde tierra quieran acceder a esa información puedan hacerlo si no cuentan con un punto de acceso especial.
Tommaso Melodia y su equipo está desarrollando una arquitectura “de capas” para que las redes UWASN sean compatibles con el protocolo TCP/IP de Internet, de forma que la información pase de un tipo de señal a otra sin tener que modificarse. Aunque esto ya se había conseguido antes, funcionaba de forma muy lenta y a un alto coste en cuanto a la batería de sensores. Lo que hacen ellos es introducir la denominada capa de adaptación, que se encarga de fragmentar y comprimir la información para que se transmita sin aumentar el consumo de energía de los sensores. Además, su sistema permite una comunicación bidireccional entre los sensores y los usuarios, y está diseñado para funcionar con sensores vigentes en el mercado.
Las primeras pruebas se han realizado con éxito ene l lago Erie, donde hundieron dos dispositivos de unos 18 kilos a los que enviaron una señal desde un portátil. Ambos sensores recibieron la señal enviada de forma inalámbrica por el ordenador y emitieron una respuesta que también pudo ser captada directamente por él sin necesidad de ser procesada por otro sistema previamente.